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La historia interminable II

El amenazado

El amenazado

  Es el amor. Tendré que ocultarme o huir. 
  Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz. La 
   hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única. 
  ¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras, 
   la vaga erudición el aprendizaje de las palabras que usó 
   el áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas, la serena amistad, 
   las galerías de la Biblioteca, las cosas comunes, los hábitos, el joven
   amor de mi madre, la sombra militar de mis muertos, la noche
   intemporal, el sabor del sueño? 
   Estar contigo o no estar contigo, es la medida de mi tiempo. 
   Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se levanta a la voz
    del ave, ya se han oscurecido los que miran por la ventana, pero la
   sombra no ha traído la paz. 
   Es ya lo se, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera y la
    espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo. 
   Es el amor con sus mitologías, con su pequeñas magias inútiles. 
   Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar. 
  Ya los ejércitos que cercan, las hordas. 
  (Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.) 
  El nombre de una mujer me delata. 
  Me duele una mujer en todo el cuerpo.

  J.L.Borges

 

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